viernes, 8 de mayo de 2009

El desembarco de Normaldía


Ayer, mientras intentabas secarte mi saiva,
te besé con mi sombra.
Sé que me viste,
me di cuenta de cómo sonreías
al mirarme.

Seguí
y de nuevo mi reojo se encontró con el tuyo,
pero ya no sonreías:
tu rostro se desdibujó en la misma duda
que propició nuestro encuentro.
Pero aquella vez no me temías a mí,
el interrogante tenía otro nombre.

Lo confieso: me asusté,
pero me quedé.
Porque tus preguntas
volvieron a despertarme,
mi ingenio se desató
y mi frente se iluminó.

Mi mejor yo se acordó de sí misma
para confiar en ella.
Justo entonces
hablé
y
todos cayaron.
Nuestros rostros se volvieron a encontrar
y como al principio,
tuve que agachar la cabeza.
No pude soportar tanto amor
en la retina.

Gané.
Por ti
para mí
para hoy
para mañana
contigo
o
sin ti.
Gané.

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