martes, 3 de julio de 2012

Notas III

Mi padre convive en una estantería con un millar de muertos, igual que mis libros. Igual que mis libros, podría contemplarse como una ficha del tres en raya o como un bloque del tetris, recién resucitados por mi tableta, igual que mis libros. Igual que mis libros, mi padre siempre habla, a todas horas, bueno, a veces me grita y me pide que lo separe del posesivo y le devuelva su nombre. Paco, al igual que mis libros, tiene una historia propia interpretable según el lector: mi madre ahora la entiende como un alminar, mi hermano como una fábula latina y mi hermana como un catecismo. Yo creo que es una historia sin final que, igual que mis libros, vindica su identidad, su contexto y su voluntad de transformarlo. Ése es su tema porque, igual que los libros, Paco es un muerto que quiere enseñarnos.