lunes, 2 de marzo de 2015

Notas emigrante

Pero tú lo miras y aún chisporrotean sus últimas palabras y su visión de la literatura. Lo primero te lo dijo en la misma cama en la que la muerte está a punto de hacerse con su señorío, lo segundo lo explicó como el que no quiere la cosa y como el que no se quiere enterar de la cosa, en la cama del hospital, después de recorrer el pasillo de los pies renqueantes. Los pueblos son los ríos que van a dar a las ciudades. Todos los ríos son masas de agua atrapadas en los meandros, por eso mueven las caderas para escapar. Por eso las mueves tú, hija, por eso yo nunca supe bailar. No porque no me naciera, es que no me daba cuenta de que tenía los brazos y las manos atados con un enjambre de periódicos.
Pudiste entenderlo, pero no lo hiciste, o lo hiciste tarde, que es lo mismo, porque él no lo puede ver aunque tú si lo puedes escuchar, porque la memoria se comporta como el eco de lo incomprensible para que nosotros anudemos las frecuencias según nuestra conveniencia. Creo que es lo que estoy haciendo ahora y no me da vergüenza reconocerlo, al menos en este momento en el que sólo estamos presentes el eco, el código binario, las hondas electromagnéticas y mi deseo de atar, mi vocación de ser-atávica.
Papá quería que le contara al mundo que los pueblos son el sustrato de las ciudades, que las ciudades son los nichos de un millón de escarabajos que quieren ser mariposas, como si la mariposa fuera mejor per se, como si el mito de la mariposa no tuviera alguna causa objetiva, como si el pigmento de sus alas o la extensión de sus trompas fueran triviales, como si volar fuera normal, como si preservar con tus actos la vida del resto de seres fuera lo habitual, como si lo único admirable fuera su nombre de mariposa.

Pero también querías que te contara a ti, a ti y a mamá, como si pudiera separaros de mí misma. Es imposible y de eso sí que me avergüenzo, porque intento explicaros y súbitamente aparezco yo. Sois padres, elegisteis ser padres, os inmolasteis al ser padres y llegasteis a alguna gloria.