sábado, 23 de mayo de 2009

“Currucucucú, mi paloma”

Tu regazo acompasado con mi cuerpo,
Mientras mecías mi alma asustada.
Me protegías del Coco, del Hombre del Saco…
Quién sabe de quién más.

“Currucucucú, mi paloma”

La luna iluminaba tu rostro de plata,
Tal parece que se ha reencarnado en ti, mamá.
Quizá se haya acostumbrado a secar tus lágrimas
Cuando, soñando, te trasportabas a la otra vida,
A la que te mereces, a la que nunca pudiste tener.

“Currucucucú, mi paloma”

Poco a poco los tristes anaqueles de mi infancia
Resucitan con tus manos y con las letras
Que compraste para mí.
Yo me alimenté de esas letras y construyo
una mar serena para mis entrañas y para las tuyas.
Tú las devoras y le cuentas a tu amante argentado
A qué planeta has viajado y dónde te llevaron las mariposas..

“Currucucucí, mi paloma”

Aquellas palabras se travisten ahora de mí;
Se amotinan en una pantalla blanca, electrónica y divina.
Allí se implantan, astronautas, por el gélido motor
Que las mantienen vivas.
Hoy escribo para ti y la ciencia entera parece caerse
Al abismo del amor insondable.
Cada frase, cada punto y coma se derrite
Y se unen para amamantarte en estas páginas.

No te preocupes, mamá: siempre oiré tu arrullo
Cuando me esconda detrás del aroma de los jazmines,
Cuando revolotee con las nubes,
Cuando juegue con las hormigas,
Cuando chapotee con los sapos...

“Currucucú, mi paloma”

Tu voz no se quebrará jamás,
Siempre estarás conmigo, en mis tripas,
En mi garganta, en mis dedos, en mis deseos.
Jamás desaparecerás de la faz de la tierra
Porque yo estaré aquí, llevándote de la mano
Por la tierra de los vivos.
Todas mis experiencias serán tuyas también.

Siempre dormiré con tu “currucucú, mi paloma”.

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