miércoles, 14 de enero de 2009

ODA AL ESPIDIFÉN CON VOCACIÓN DE SALMO



Oh beso blanco mentolado ¡quién pudiera hacerte un homenaje!
En estos días en los que me resumo en dolor y sangre,
Sólo tú me abrazas.
Lo haces con esas burbujitas, que se entretienen
Jugando con la campanilla que modula mi voz;
Con ese saborcito anisado, desparramado por toda la boca.

Ay, beso blanco mentolado ¡Quién pudiera beatificarte!
Colgaría banderolas por toda la ciudad con tu nombre,
La chiquillería correría por la ciudad cargada de petardos,
gritando ¡Viva San Espidifén! ¡Viva San Espidifén!
Algunos, los más traviesos, dirían ¡Viva el Espidi!
Y nosotras, santurronas, iríamos detrás de tu palio,
Sumidas en las oraciones más devotas jamás pronunciadas

No te preocupes, mi besito, algún día se te hará justicia:
Yo ya he empezado a santificarte, te llevo en la cartera,
Con la foto de mi madre y la estampita de San Judas,
Para que te escuche.
Llegará el día en que tu cuerpo granulado se guarde
En un cáliz santificado por todas las mujeres del mundo,
Un cáliz con dos rayitas verdes del que todas beberemos,
En una orgía antidolor,
En una rebelión contra la biología que nos dio el Señor,
El señor menos señor del mundo.

2 comentarios:

María dijo...

Es exactamente eso!! Me encanta que siempre tengas las palabras precisas para el momento justo. En este momento de dolor, sangre y tontería, haré mío a San Espidifén. Por cierto, ¿has probado a preguntar el nombre de este medicamento a la gente? Hay infinidad de versiones, pero la de "Espidifrén", parece que es la más común entre el pueblo llano.

Perfecto, como siempre, Ángela.

Un beso. María.

Susana dijo...

jajajaj eres una máquina hermana. En fin...quieras o no...yo aviso de esto. Vente un día o dos o tres besos