lunes, 5 de enero de 2009

ÚLTIMAMENTE SÓLO SOY LESBIANA


Este título puede parecer desproporcionado, y quizá lo sea, pero así es mi naturaleza: exagerada. El caso es que en los últimos meses me he sentido de este modo. Lo primero que veo cuando entreabro los ojos por la mañana, es el típico poster que tiene cualquier lesbiana que se precie, sí, ese de Tanya Chalkyn en el que aparecen dos mujeres, bellísimas, en la cama besándose, por supuesto en un blanco y negro absoluto –más puro y virginal no puede ser ese beso-. Pero así se supone que somos nosotras ¿no? Eternamente puras, sensibles, comprensivas…un bomboncito de vainilla y chocolate blanco. Ja. Me río a carcajada limpia, si la tal Tanya hubiese visto lo que pasó ayer en mi cama…
El caso es que me guste o no (en realidad no sé por qué preside mi cuarto), es un recordatorio de lo que soy.
En fin, una vez que consigo abrir los ojos me tomo el desayuno pero no en una taza cualquiera, no, en una que tiene los colores de la bandera gay. Me la compraron mis mejores amigos cuando fueron a Madrid, “¡comprada directamente en Chueca!”, me dijeron con la alegría del que regala un trozo de identidad. Y no estaban equivocados porque al saber que aquel pedazo de cerámica abanderado provenía de la capital de nuestro reino, sentí lo mismo que una dama del medievo sentía cuando recibía la seda de la India. Era la muestra exportada de mi linaje y de todo el orgullo por pertenecer al mismo.
Después me ducho con Norah Jones, lo cual me inscribe dentro del grupo de la lesbiandad bohemia y casi siempre activista. Me visto con una camiseta, unos vaqueros y unas zapatillas, mientras me sonrió frente al espejo pensando en todas las mujeres que se atavían con sus mejores ropajes para ir a la facultad, amén de estar perfectamente peinadas desde las ocho de la mañana. Esas mujeronas entre las cuales me siento incómoda cuando son mayoría. Es cierto que hay ya miembras de nuestra comunidad que se mezclan con ellas. De hecho, los bares de ambiente últimamente están tan llenos de esta clase, a la que llamaremos “leslis”, que cuando entras te entristeces al pensar que son las amigas heteros de los gays y que, por tanto, tu cama seguirá vacía.
Por la tarde, si no tengo que estudiar,o no quiero, voy a Nos, una asociación de LGTB (no sé si lo habré escrito bien), que comenzó siendo para mí sólo eso, un lugar donde quizá podría encontrar una mujer que comprendiera mi amplio abanico de rarezas y a la que yo Amara día a día sin reservas. En lugar de eso, encontré a un buen número de amigas a las que amo sin reservas y que disfrutan abanicándose conmigo; pero, además, me di de bruces con una forma de vida, en la que, como no podría ser de otra manera, la lesbiandad está por debajo de todas las conversaciones, aunque sea en silencio.
Aquí descubrí que los mitos de que todas nos liamos con todas, de que cualquier cuestión es susceptible de una disertación de cuatro horas y de que cualquier mínimo detalle es discutible dentro de una pareja, incluso la posición de los bastoncillos para los oídos en el cuarto de baño, son ciertos. Sin embargo, descubrí que hay algo que también debería ser un mito: al tratarse de un espacio invisible, casi todo es posible y es aquí donde comienza esa forma de vida de la que hablaba antes. Es una en la que caben todas las formas, aunque, evidentemente, las forma que conozcas.
La noche tiene nombre de escondite: Sotanillo. Y apellido de juego: Futbolín. Se nos van las horas en la oscuridad del pub, con el soniquete de la música que la patética dj gravó en el cd del mes correspondiente, y girando la muñeca para meter gol.-Esto último tiene su ironía, no creáis que no me he dado cuenta-. Pero lo cierto es que la cajita de muñecos atravesados por palos es un símbolo ¿os imagináis a un grupo de mujeres heteros jugando, solas, al futbolín? Yo sólo puedo visualizarlas con el novio o el aspirante al lado, demostrando que ella también puede ser un poco brutita mientras que él afirma entre risas que no conocía esa parte de ella, aunque es plenamente consciente de que sólo es un juego. El resto del tiempo es la mujer delicada que quiere tener al lado. Eso nunca se les olvida.
Como podéis ver, todos mis días son homosexuales. Sin embargo, si miro hacia delante, o lo que creo que debería ser ese “delante”, mi historia sería así: lo primero que vería es a dos personas que se alegran de verse al despertar, me ducharía con otra que me emociona cuando canta, me vestiría simplemente pensando en mi comodidad (debo reconocer que seguiría riéndome de las perfectamente ataviadas y eternamente peinadas) y quedaría con mis amigas, las mismas, a las que me une muchísimas más cosas que nuestra erótica y, por supuesto, yo no sería lesbiana sino solo un ser que desea y que ama.

2 comentarios:

María dijo...

Ángela, me quito el sombrero de caballero del siglo XIX que llevo puesto últimamente, y hago una reverencia ante tí. Joder, cómo escribes. He dejado de leer mi libro para leerte a ti, y tú me has enganchado más que él. Enhorabuena o felicidades, que sé que te gusta más, y por favor, sigue, que esto es un placer.

vero dijo...

hola eingel, soy la Vero, madre mia como no mas contao lo de esa chica!!! bueno dice la mari que no vienes a comer roscon porque ties un virus, ten cuidao con lo que comes... y abrigate mucho, toma sopa que dicen que va mu bien y acuestate pronto, un beso bollo