sábado, 6 de marzo de 2010

Para el lunes

Leer a Borges es vivir en lo exacto:
no hay color, pero en cada verso hay una dimensión.
Profunda.

Su letra sobresale del negro
con una fluorescencia transparente que angustia;
Precisa.

Su página es eminentemente ingrávida,
a menos que te acaricie la frente.
Entonces sí,
entonces sí que gravita y
agrava la ingenuidad de tus espejos.
Clavada,
y tú avergonzada.

Sudas la certidumbre
de que tienes el cráneo
-desde el frontal al occipital,
desde el pariental al temporal-,
lleno de cuentos
y, sin embargo,
todas tus fábulas se quedan en cueros
al lado de sus blancos.
La unidad de lo certero en sombra
frente a la imagen infusa:
Vence la unidad fraccionable.
Orgullosa.

La lógica esta vez sí impone la Razón:
lo exacto fulmina a lo misceláneo

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